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¿Qué sigue, después de la pandemia COVID-19?

La respuesta de la República de Corea, desde su modelo de Cooperación Internacional. Diálogos virtuales con el embajador de México en la República de Corea, Bruno Figueroa Fischer.

 

El pasado 4 de junio en torno de las 18:00 hrs., tiempo de la Ciudad de México, se dieron cita más de cien viewers, de Corea, España, Guatemala, Honduras, México, para escuchar la sesión magistral del embajador de México en la República de Corea, Bruno Figueroa Fischer, como apertura de los diálogos de “Análisis del mundo post 2020. ¿Qué sigue para la cooperación internacional para el desarrollo?”

Después de la bienvenida de la Mtra. Neydi Cruz, Coordinadora Académica de la Maestría en Cooperación Internacional para el Desarrollo, el embajador dio paso a la explicación del modelo de cooperación internacional ejecutado por la República de Corea. Recordó que ésta había sido uno de los países menos desarrollados del mundo y que esta brecha económica ha ido zanjándola en casi cincuenta años, pasando de un país de pobreza a uno de riqueza y renta alta. Para lograr este objetivo, dijo, Corea se vio apoyado económicamente por distintos países. Décadas más tarde, Corea entendió la importancia de la cooperación internacional para en 1991 abrir su agencia en esta materia. Con esta acción, no sólo buscó “devolver el favor”, como dijo el embajador Fischer, sino ayudar al desarrollo de países que están en el mismo contexto en que el país oriental estuvo.

Desde este ejercicio, Figueroa Fischer realizó una comparativa de la inserción mexicana en materia de cooperación internacional y de los resultados que para ambos países ha arrojado.

Más adelante, el diplomático desglosó la estructura de cooperación internacional coreana, destacando a su agencia misma (KOICA), al Ministerio de Economía y Finanzas, y a su cancillería, encargada de manejar la ayuda bilateral y la asistencia técnica a los países externos.

Al respecto, el embajador mencionó que Corea divide su ayuda internacional desde tres frentes: la ayuda bilateral, multilateral y con contribuciones estatutarias a organismos internacionales; siendo de éstos tres el carácter bilateral donde concentra sus esfuerzos. México, por su parte, tiene más desarrollada la cooperación multilateral.

Corea, aseguró, ayuda al sector asiático con la mitad de sus recursos destinados a esta materia, pero no olvida la correlación entre ayuda e interés estratégico, como sucede con su relación con Vietnam, por ejemplo. Asimismo, el embajador recalcó, también, la existencia de una “vocación asistencialista” hacia países como Egipto y Etiopía, donde la brecha económica, técnica y científica parece no desaparecer. En este tenor, se permitió hacer una observación para los futuros cooperantes: “no sólo miren la cooperación técnica y científica; dedíquense más a la cooperación financiera, que es la más importante y menos visible en la academia.” Abocarse en este aspecto y los términos establecidos por cada país permite construir más infraestructura que sólo asistencia técnica. Bajo este plan de acción, dijo, es como ha operado la República de Corea, incluso al interior.

Dicha infraestructura, aseveró, es la responsable de la pronta respuesta de Corea con sus ciudadanos ante la presencia del COVID-19. Cuando las cifras de contagios comenzaron a ser publicadas, Corea ocupaba el segundo lugar a nivel mundial. Inmediatamente, el país siguió las prácticas más eficientes dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS): “detectar, aislar, hacer las pruebas necesarias y rastrear, no sólo los casos confirmados, sino los posibles contagios.” Estas acciones conformaron un sistema de vigilancia epidemiológica extremo que arrojó resultados palpables en los meses de febrero y abril: primero, Corea se encontró capaz de realizar miles de pruebas a su gente y segundo, observó que su tasa de contagios descendió drásticamente. Esta estrategia continúa con el monitoreo hecho por el sistema de vigilancia a partir de apps, con la solidificación de la infraestructura en telecomunicaciones y con el cumplimiento de protocolos rigurosos que eviten la importación de casos y su multiplicación.  Toda esta operación, agregó, ya es pública para el mundo.

Por otro lado, no sólo está disponible este conocimiento para su exportación, también ya se han donado materiales y aparatos para la atención del virus, ayuda que ha sido tomada por Estados Unidos y diez países de América Latina, incluido México. Pero, probablemente, el plan más articulado de ayuda concebido hasta el momento sea el realizado por Seúl, con la creación de una red internacional de ciudades, donde se comparten experiencias de combate al COVID, a través de una conferencia con 42 alcaldías internacionales. “Activismo y proactivismo”, subrayó el diplomático.

Casi para finalizar su participación, Figueroa Fischer no dejo fuera la reacción de actores importantes ante esta pandemia. La movilización del Fondo Monetario Internacional, el G7 y el G20, con la declaración de moratoria de pago de deuda a más de setenta países. O la donación de equipos por parte de China a todo el mundo. En este último punto, el embajador hizo una observación importante: todo este escenario ha servido para “acelerar el siglo asiático. China se perfila como la primera economía del mundo hacia el año 2030. No falta mucho para eso. Junto con Japón, Corea, Taiwán, Singapur o Vietnam.” Esta deducción es posible luego del comportamiento de América del Norte y la fractura económica de Europa.

Las crisis, como la presente, amplían brechas; sin embargo, sólo con cooperación internacional pueden disminuirse. Ante esta reflexión, el representante de México en Corea dijo que aún falta una prueba de fuego a la hermandad internacional: “¿qué país encontrará la vacuna” y más aún, ¿cobrará por ella?

Con estas preguntas, el embajador planteó otras para su análisis y reflexión: “¿Todos estos esfuerzos y acciones [en torno al COVID] superarán el valor de la destrucción de las economías y las sociedades más frágiles y vulnerables del mundo?” “¿Qué pasará con África? “¿La comunidad internacional estará a la altura?” En medio de la compra de recursos para hacer frente a los contagios, “¿la operación comercial es cooperación internacional?” “El individualismo feroz y competitivo de Estados Unidos, ¿es un signo ominoso y preocupante o una aberración?”

Para terminar, Bruno Figueroa Fischer dijo que será necesario desaprender para volver a aprender e innovar, concordando en esta idea con la Maestra Neydi Cruz, quien aprovechó este colofón para compartir el eje de la cooperación internacional: ser “idealistas, bajo el realismo, para ser agentes de cambio.”

De esta manera concluyó la primera de nueve mesas, en el marco del programa de Análisis del mundo post 2020. Esta iniciativa corre por parte de la Maestría en Cooperación Internacional para el Desarrollo, comandada por la Maestra Neydi Cruz, en el Instituto Mora; la Red Mexicana de Cooperación Internacional y Desarrollo (REMECID) y por el Dev Project International, dirigido por la Maestra Violeta Martínez, egresada, también del Instituto Mora. La reunión se llevó a cabo desde la página de Facebook del Instituto Mora. La siguiente sesión es este viernes 19 de junio, 10 hrs.

El embajador Bruno Figueroa Fischer se desempeña en el actual cargo desde el año 2016. Tiene estudios en el Colegio de México, en el Instituto Matías Romero, la Escuela Nacional de Administración de Francia (ENA), y fungió como Cónsul General de México, en San José California y en la actual Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo fue Coordinador de Asesores, y director general de cooperación técnica y científica, así como del Proyecto Mesoamérica, entre otros cargos de igual trascendencia. Destaca su libro “100 años de cooperación internacional de México” publicado en 2017.

Ilse Paola Díaz Morales.

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Instituto Mora
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